Muy temprano 6 o 6:30 de la mañana escucho voces que me despiertan, supe inmediatamente que era de Martín, mi primo y mi tío Claudio, mis ojos plasmaron su foto con una palabra silenciosa de mi voz a mis oídos, “es imposible”. Crucé la puerta de mi pieza y lentamente comencé a caminar llegando a la cocina, la dirección de la puerta sólo veo la cara de Martín - ¿Escuchaste lo que yo escuché? te juro que escuche a Claudio. - dije su nombre sin pensar en los pocos días de luto, aunque la tristeza se refugiaba perfectamente en sus ojos verdes, me dice con una sonrisa – Si, es él y viene por un rato – Inmediatamente escuché la voz de claudio asomando su cabezota por delante del refrigerador, - Ven, entra acércate estamos conversando.
Comencé a llorar, cuando reaccioné y corregí a Martín de forma drástica y severa. - ¡Oye Martín, Claudio está muerto!, ¡Esto no puede ser, no puede estar pasando!, ¿No te das cuenta que nos están pasando una mala jugada?, ¡Pelota reacciona!.
Martín interrumpía mis frases una y otra vez, tome atención a una de ellas en particular – Cálmate y escucha; él viene por un rato corto y después se va.
Yo miré a Claudio que aun seguía en la silla en su puesto habitual de la mesa. Mis ojos y mi corazón en ese momento sólo para él, acerque mis manos muy lentamente a su cara lo toque morbosamente para saber si estaba frío o sudoroso, o que se yo, no sabía como tomar mi decisión, al tocarlo mi presentimiento era de “vida”, su pelo, le tomé las manos y me las pude en mi cara y le repetía, - Estas aquí – con un nudo en la garganta por su puesto. Alison, ¡viste a Alison? él con voz del todo normal me contestó, - Si la vi y esta linda – su mirada se entristecía, - tráeme a la niña yo le quiero dar la leche – la fui a buscar a la pieza de Alison, llegue a la cocina con ella en brazos y se la pasé, le dio la leche y en un abrir y cerrar de ojos , la niña caminaba a su cama nuevamente. Otro abrir y cerrar de ojos el caminaba hacia la puerta cruzando el living comedor, abrió la puerta y lo despedimos fríamente pero yo lloraba, la única que lloraba, me miró y comenzó su caminar hacia la costa por la vereda, lloré mucho y con poco entendimiento, volvía a mi cama que aun estaba tibia, recordé a Danita quien aun dormía profundamente, desperté nuevamente, me dirigí a la cocina me senté en la silla aquella, allí me tome un café y repasé cada paso del sueño como quien estudia una materia inexplicable, repase varios minutos, ya eran las 7:20 de la mañana.
14 Enero 1998.
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